Sala del té

En el diseño de la infraestructura edilicia del CPJ, se incluyó la Sala Japonesa o Chashitsu, para difundir el arte de Sodo, Ceremonia del Té. Esta Sala es considerada como el “Corazón que desea la Armonía y respeta a la Naturaleza”, tal como representa la filosofía del arte japonés.

Un chashitsu ( 茶室 , "sala de té") es un espacio arquitectónico diseñado para ser utilizado para la ceremonia del té (chanoyu) reuniones.

Se trata de una tradición que se originó en el siglo XIII, cuando los samuráis japoneses comenzaron a tomar matcha, un tipo de té verde que se extraía de la planta del té negro.

El estilo arquitectónico que se desarrolló para chashitsu se conoce como la sukiya estilo (sukiya - zukuri), y el término sukita (数奇屋). Términos japoneses relacionados con chaseki, lo que significa “lugar para el té”, espacio donde las personas se sientan a participar en la ceremonia del té y chabana, “flores de té”, el estilo de arreglo floral asociado con la ceremonia del té.

Las características típicas de chashitsu son Shoji ventanas y puertas correderas hechas de colosía de madera cubierta en un translúcido papel japonés, tatami suelo de estera, un tokonomo alcoba, Koma que es una sala de preparación, Mizuya lugar donde se lavan y guardan los utensilios que van a ser utilizados en la ceremonia, tiene espacios y muebles empotrados con colores y estilos apagados simples.Asimismo tiene ocho apliques colgantes de luces de bambú TAKE SHĪRINGURANPU con hermosos diseños, y la Cocina que es el complemento de la Sala de Té para la preparación de las comidas que se sirven durante la ceremonia.

A lo largo de la historia del CPJ que cumplió en el presente año su trigésimo segundo aniversario de inauguración, la Sala Japonesa fue escenario de incontables eventos para la difusión de Chanoyu, Sado o Senda del Té, llegando inclusive a formar dos maestras paraguayas (sin ascendencia japonesa) de la Ceremonia del Té a través de los cursos organizados por la Asociación Paraguayo Japonesa con el apoyo de Voluntarias Seniors de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón JICA

Ceremonia del Té

La primera Ceremonia del Té, se realizó el martes 23 de agosto de 1988 durante la inauguración del CPJ, estuvo a cargo de la señora Keiko de Toyotoshi como anfitriona y las señoras Yoko Hirai, Yasuko Moriya y Mimie de Yamamoto como ayudantes.

La ceremonia del té japonés, está considerada como un regalo impagable que el anfitrión, hace a los invitados. Ofrecer una ceremonia de té, significa hospitalidad. De igual forma, los invitados deben agradecer y valorar con honores el haber participado en la ceremonia.

Para poder realizar una ceremonia del té japonesa oficial, es necesario llegar a poseer el certificado o título menjo. Poseer este título, significa haber pasado una serie de pruebas que capacitan a la persona como anfitrión de la ceremonia del té. De igual forma que en otras artes japonesas como el karate o el Aikido, nadie puede impartir clases si no ha llegado previamente a nivel requerido.

La persona encargada de la ceremonia ha de estar familiarizada con una serie de saberes tradicionales, que abarcan tanto los conocimientos sobre los tipos de té y su producción, como el kimono, el arreglo floral, la caligrafía, el incienso, entre otras.

La Ceremonia del té tiene una duración de cuatro horas, si se hace entera (en esta versión recibe el nombre de Cha-ji). En este caso, no se limita a la simple preparación del té, sino que incluye el kaiseki, que es una comida ligera, el usucha, la toma de un té ligero y la koicha, que es un té más espeso y pesado.

Jardín Japonés

Los jardines japoneses, además de expresar la belleza natural del país, son un símbolo del alma del ser humano y de la visión natural y religiosa de los japoneses que creen en la eternidad de la naturaleza.

Los jardines japoneses reflejan las perspectivas filosóficas y religiosas tradicionales que creen en la eternidad del alma y la naturaleza. No sólo reflejan la belleza, sino que muestran un mundo singular con objetos naturales como los árboles, la hierba, el agua y las rocas. Entrar en uno de estos espacios naturales es refugiarse del ajetreo de la ciudad para introducirse en un pequeño universo.

Su encanto reside en que ofrece a la persona que los recorre un entorno silencioso ideal para reflexionar sobre sí misma.